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lunes, agosto 08, 2005
El mercado de los maridos en Cuba
Una boda suele ser un evento de gran importancia en prácticamente cualquier sociedad, pero en Cuba, también puede convertirse en un gran negocio. La posibilidad de conseguir un esposo extranjero representa para muchas cubanas el boleto para abandonar la isla y un pasaporte hacia la prosperidad.
Pagar por conseguir un esposo es un negocio creciente en Cuba. El otro día en la calle me tropecé con una amiga en una zapatería de La Habana. Estaba comprando un par de sandalias blancas.
"Son para mi boda", me comentó.
Yo estaba totalmente sorprendido porque ni sospechaba que tenía planes de matrimonio.
"¿Y con quién te casas?", le pregunté.
"Con un mexicano", respondió.
"¿Y cuándo lo conociste?", le dije.
"No lo he conocido todavía", replicó.
Cada uno tiene su precio
Resultó que mi amiga era parte de un pequeño pero próspero mercado en Cuba: la compra de esposos extranjeros.
La modalidad, por lo general organizada a través de intermediarios, es considerada por muchas mujeres cubanas como la mejor opción para salir de Cuba.
Pero no es barato. Mi amiga pagó US$5.000 por su prometido mexicano. De acuerdo a lo que me han dicho, esa es la tarifa para maridos estadounidenses, canadienses y europeos.
Sin embargo, si el caballero en cuestión es oriundo de Costa Rica, por ejemplo, podría ser persuadido por la suma de US$2.000.
Los peruanos, por alguna razón, son un buen negocio, ya que pueden asegurarse por tan solo US$800.
Nueva adquisición
A los pocos días de nuestro encuentro, fui a la boda de mi amiga. Con frecuencia la línea entre lo real y lo irreal es bastante borrosa en Cuba, pero éste era un ejemplo extremo.
La familia de la novia se presentó en pleno. Y nadie parecía más feliz que la madre, ataviada de punta en blanco con un vestido de flores de los años 60.
Algunos niños de matrimonios previos también estaban allí, con tías y tíos que llegaron de toda La Habana. Todos se veían encantados con la nueva adquisición.
Pepe, el esposo, a quien ella había conocido hacía un par de horas, era un alegre ingeniero retirado, cincuentón, que parecía estar dispuesto a ir con el teatro tan lejos, o incluso más allá, de lo recesario.
Un par de botellas de sidra española fueron descorchadas, la torta se picó y se prendieron un par de cigarrillos. Todos bailaban. Si no lo hubiera sabido, jamás hubiera imaginado de que se trataba.
Sólo noté que el anillo era un préstamo temporal de la hermana de la novia. Aparte de eso, totalmente convincente. Alguien tomaba fotos de la feliz pareja, otra persona se encargaba del video con una vieja cámara.
Al final, de eso se trata. Registrar con la cámara la ceremonia para así contar con la evidencia si en algún momento la embajada mexicana cuestionaba lo genuino del matrimonio.
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2 comentarios:
JAJAJAJAJAJAJAJA que buenooooo!!!!!!
A lo que tiene que llegar uno ahh?? cómo es posible, jajajajaja, q bueno!
me encanta el vestido
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